martes, 5 de septiembre de 2006

Caso LATIFA: Malos tratos y facultades psicoesotéricas de algunos jueces

Noticia[1]: El Juzgado de lo Penal 22 de Barcelona (Juez Francisco-Javier Paulí Collado), ha absuelto a un marido de la denuncia por malos tratos que interpuso su mujer (Latifa Daghdagh), argumentando para ello, entre otras cosas que la supuesta víctima tardó 7 días en denunciar la agresión, que los médicos no concretaron la fecha en la que se produjeron los golpes y que el relato de la mujer “no concuerda con el temor y desconfianza de la mujer maltratada que lamentablemente este titular ha conocido a lo largo de su fase como juez instructor”.
Y añade: “Incluso el aspecto físico que presentaba durante los 3 actos de juicio celebrados, no sólo arreglada, sino vestida cada día diferente, a la moda, con anillos, pulseras y curiosos pendientes, gafas de tamaño grande, demuestra una capacidad de Latifa Daghdagh para visionar el exterior, comprenderlo y adaptarse al mismo que ciertamente no coincide con la de una mujer que ha pasado 6 meses sometida a agresiones”.
Comentario: Las valoraciones del Juez han desatado numerosas críticas por parte de políticos y organizaciones feministas y sectores judiciales, llegando a decir el entonces Ministro de Trabajo y Asuntos Sociales (Sr. Eduardo Zaplana), que, aun sin haber leído la sentencia “muchas veces hay sentencias que nos aterran y nos erizan la piel”.
Maruja Torres[2], en tono sarcástico, cree que sería conveniente que se iniciase una campaña pública de información sobre cómo tiene que vestirse una mujer maltratada para presentarse ante el Juez sin levantar sus fundadas sospechas: ¿túnica de tela de saco y ceniza en los cabellos?, ¿vale un hábito morado con cinturón amarillo en la cintura?, ¿pies descalzos?, ¿alpargatas?. Y sobretodo, ¿cómo se te ocurre ponerte esos pendientes, pedazo de zorra?. Aboga, asimismo, para que más adelante se elabore una publicidad explicando a la población “el abracadabrante Misterio de CiertosTogados”. Es decir, cómo es posible que, por el simple hecho de ir vestido de magistrado, un tipo parezca un juez, y no un canalla de alma negra, cargado de prejuicios miserables”.


[1] Aparecida en El País, 22-1-2004, página 32.
[2] El País, 22-1-2004, contraportada.

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