jueves, 6 de septiembre de 2007

SOLO UN POCO DE CONSIDERACION (SEGUNDA PARTE)


Y llegó el día del juicio. Estando yo citado (bajo apercibimiento, caso de incomparecer, de imponerme una multa de entre 200 y 2000 euros), he usado dos despertadores para levantarme a las 6. Busco en un callejero de internet la calle del juzgado para ir directo y compruebo que la dirección que aparecía en la citación que me entregaron estaba mal. Como me he levantado positivo, pienso que fue un lapsus calami. Ducha, café con leche, llenado del depósito del coche, manta y carretera. Después de una retenciones por un accidente, unas obras y algún susto de fitipaldis kamikaces, lllego a las 9:15. Todo correcto. En el juzgado hay mucha gente (uy, uy, uuuy). Pregunto y resulta que el juicio para el que me habían citado a las 9:30 era el tercero de la mañana, y ninguno de los que me precedían había aún comenzado (¡ya estamos!). El Juzgado tiene la costumbre de llenarse la mañanade juicios a los que asigna 10 minutos para cada uno de ellos, y da igual si hay detenidos o no, si hay peritos o no, y de cuántas partes se trata. Paciencia.
El primer juicio empieza, en lugar de a las 9, a las 10. Pero eso no es lo peor. El agente judicial empieza a entrar y salir de la sala nervioso y traslada el nerviosismo a todos los presentes en el pasillo (unas 20 personas que se pelean por alcanzar alguna de las 12 sillas que hay). Dice algo de una secretaria judicial que no ha venido y que sólo queda una que tiene que repartir su trabajo entre 2 juzgados. Miro la hoja que lleva con el listado de los juicios del día y veo que aparece el mío.
Empiezan los corrillos y los primeros rumores (¿se van a suspender los juicios?, ¿estaremos aquí hasta bien entrada la tarde?). No hay noticias oficiales.
A las 10:15 sale otra vez el agente judicial y anuncia a los presentes en voz alta que vayamos a desayunar y volvamos hacia las 10:45 pues hay mucho retraso. La fauna social que espera, a pesar de su variopinta procedencia y condición (pues había payos y gitanos, imputados, testigos y perjudicados, abogados, médicos, traductores y policías, españoles, rumanos, brasileños y alemanes) es sabia y sabe perfectamente que no es preciso preguntar (como, en cambio, sí haría en un aeropuerto en circunstancias similares) si el desayuno corre a cargo de la administración de justicia. Obviamente, no. El desayuno va a nuestras costas.
Vamos a desayunar (algunos -curiosamente, los gitanos, rumanos, brasileños e imputados no-) y regresamos a la hora dicha, pero seguimos siendo los mismos de antes del desayuno y unos cuantos más (los citados para los juicios siguientes). No hay sillas libres y el calor aprieta.
Aparecen dos funcionarias que no se identifican y que van diciendo en voz alta: "se suspenden los juicios que estaban señalados hasta las 10:30, que quedan convocados para -ojo al dato- el próximo 30 de enero de 2008, pero se mantienen los restantes pues hay atasco y es imposible atender a todos". ¡Menudo atasco si con un juicio necesitan ahora 4 meses! -pensé jocosamente-. Por otro lado, no deja de ser curioso que, ante esta situación, se decida suspender los juicios de los que han llegado antes al juzgado y se mantengan los otros...
Tras un momento de desconcierto, nos aclaran que la suspensión afecta a los juicios del juzgado nº 2, no al nº 1 que es el mío. Pero en el mío han entrado sólo las personas del primer señalamiento, son las 11 y al parecer tienen para rato. Vuelven los rumores de suspensión. Empieza a cundir la desesperación (¿nos dirán que vayamos a comer y volvamos por la tarde?, hay gente que trabaja, y otros, como yo, que venimos de otras ciudades y queremos pensar que alguien nos espera, o que estamos perdiendo oportunidades de negocio -fuera del juzgado, claro; aunque, bien pensado, tal vez si me hubiese llevado unas latas fresquitas de cerveza, refrescos y unos bocadillos, me habría podido sacar un buen pellizco ya que en el juzgado no hay ni una sola máquina de vending a la vista o alcance de los administrados-).
Cada vez se oyen más respiraciones profundas (de esas que denotan desesperación, cansancio o cabreo contenido). El agente vuelve a salir (a las 11:30) e informa que la juez del juzgado nº 1 "se está planteando" (o sea, es un rumor bien fundado) suspender todos los juicios que se habían señalado para esta mañana a partir de las 9:20 (o sea, todos menos 2). Pero por muy bien fundado que esté el rumor decido seguir allí, impertérrito y firme en mi convicción de que he sido citado para colaborar con la justicia, de que voy a ser útil y de que, si me voy, igual me imponen una multa de entre 200 y 2000 euros. Y aguanto como un machote, no sin antes tener que escuchar a una persona sentada a mi lado (imputada, según oí) que dice "eto é un caxondeo y no sirve pa ná; lo mejor é arregalalo pegando al tio dos tiros y al truyo". Me imagino que lo decía porque en la cárcel, al menos, te sirven 3 ágapes al día gratis.
Sigamos: a las 12:15 se acaba el juicio de los únicos que habían tenido la suerte de entrar y el agente nos dice: "se va a suspender el resto; vamos arriba al juzgado -se refiere a la oficina-". Subo y le pregunto que qué pasa con mi juicio; me dice que pase y hable con una señorita, que ella me dirá. Entro. Espero. Cuando me dan la palabra, pregunto. ¿Y sabéis cuál ha sido la respuesta? Pues que mi juicio ni siquiera se tenía que celebrar ya que las partes renunciaron. Así, sin más. Ni un "lo lamentamos", o un "perdone usted que no le hayamos avisado antes pero ha sido repentino". Nada.
¿Qué hago? ¿Grito?, ¿doy un golpe a una mesa?, ¿me voy a buscar al compañero de pasillo que lo arregla todo a tiros? ¿o me asocio con el brasileño y montamos juntos un chiringuito de bebidas en el juzgado?
Mi reacción ha sido pedir un justificante de mi presencia desde las 9:15 hasta las 12:30. ¿Y para qué lo he hecho? Pues para interponer una reclamación por funcionamiento anormal de la administración de justicia y reclamarle todos los gastos que me ha ocasionado desplazarme hasta allí (210 Km de kilometraje, peajes, desayuno y parking) y compensarme las molestias (voy a pedir lo mismo que me habrían pedido a mí de no haber asistido puntualmente: entre 200 y 2000 euros).
Prometo colgar en el blog mi reclamación y tener a todos al corriente de sus vicisitudes (que ya podéis imaginar que serán patéticas).
Luego, al salir del juzgado, veo el cartelito que encabeza este post y decido arreglar mi curriculum para entregarlo cuando vuelva por Sant Feliu de Guíxols.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Joaquim: Lo de dejar el curriculum me parece muy buena idea porque creo que todos los abogados somos perfectos candidatos al puesto, dado que de situaciones "heavy metal” somos unos profesionales como la copa de un pino. Me parece muy bien que reclames indemnización por el mal funcionamiento de la Administración, y puestos a buscar negocio, te propongo montar un stand en cada edificio judicial con el eslogan: “ si le han hecho peder el tiempo, reclame, nosotros le tramitamos la reclamación”. Te propongo asociarnos porque creo que nos forramos. Ya nos mantendrás informados de cómo va la reclamación y estudia mi oferta.

Joaquim dijo...

Pues no te digo que no, Albert.

No sé si nos vamos a forrar, pero trabajo y enemigos los tendremos a raudales.

Te agradezco que hayas reparado en la foto. No sési os habéis percatado, pero siempre intento colocar alguna que tenga relación con el tema (obviamente), pero que incluya un mensaje no escrito. Comunicación no verbal, vaya.