viernes, 14 de octubre de 2011

JUECES VALIENTES


He aquí una muestra de dos jueces valientes intelectualmente hablando: el español Ignacio Sancho Gargallo (en la foto superior) y el italiano Claudio Pratillo Hellmann (foto inferior).

Y los considero valientes porque a su profundo conocimiento de la función judicial y de las herramientas que debería utilizar todo jurista (especialmente los Jueces) se une la valentía de reconocer, públicamente y por escrito, lo que para otros profesionales sería una herejía. Ignacio Sancho Gargallo hiere de muerte la tradicional e ingenua teoría del silogismo judicial y la concepción del Juez como un "vocero" de la ley; Claudio Pratillo Hellmann, por su parte, reconoce lo que, en la película Acción Civil, un veterano abogado le dice a otro más joven e impulsivo: "si quieres justicia, si quieres la verdad, no es en los Tribunales donde la debes buscar".

Sancho Gargallo, un hombre de educación, trato y conocimientos exquisitos (además de discreto), ha ingresado recientemente en la Academia de Jurisprudencia y Legislación de Catalunya. Acabo de leer su Discurso de Recepción como académico de número (titulado: "Iuris Prudentia del Juez civil", y que se publica en la Revista Jurídica de Catalunya, año 2011, número 3) y estoy franca y gratamente sorprendido.

En dicho Discurso (cuya lectura aconsejo ciegamente), analiza Sancho Gargallo cómo desarrollan, o deberían desarrollar, los Jueces su labor, así como las técnicas y virtudes que permitirían alcanzar mejor lo que se espera de la Justicia, entendida como institución o función pública. Así, en uno de sus apartados, alejándose de lo que podríamos calificar como ortodoxia en el discurso judicial y acercándose a la modernas (y variadas) corrientes realistas, manifiesta:

"Resulta muy difícil conocer el proceso mental seguido por el juez a la hora de juzgar, y, desde luego, la mayor parte de las veces, no coincide con la motivación vertida en la sentencia...ordinariamente, el juez, al leer los escritos de alegaciones de las partes...califica jurídicamente los hechos relevantes...en función de las pretensiones ejercitadas, y a la vez que ciñe la cuestión litigiosa, ineludiblemente se forma una opinión sobre el caso discutido, una especie de convicción sobre lo que es justo respecto de éste. Bajo este prejuicio, practica y valora la prueba, a la vez que indaga en la regla jurídica aplicable, lo que contribuye a confirmar, modificar o cambiar radicalmente aquella primera conclusión.
Pero este enjuiciamiento, contrariamente a cómo ordinariamente se nos presenta en la fundamentación jurídica de las sentencias, no responde tanto a un juicio discursivo, como a un pensamiento analógico. Partimos de resoluciones dadas a casos anteriores respecto de los que tenemos una convicción fuerte de cuál es la resolución más justa y la aplicamos a un caso similar, que guarda identidad de razón".

El Juez de Apelaciones Claudio Pratillo Hellmann ha saltado a la fama mundialmente por un tema judicial un tanto escabroso: el juicio y absolución de la norteamericana Amanda Knox, acusada, junto a su novio italiano, de asesinar a una compañera de piso, Meredith Kercher.

A raíz del mismo, y dado el revuelo que la absolución, por falta de pruebas, ha desencadenado, el Juez Claudio Pratillo Hellmann, declaró, dos días después de leer la sentencia, que "La verdad judicial y la verdad real pueden no ser coincidentes".

Dura vita, sed vita.

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