jueves, 4 de enero de 2007

¿POR QUÉ EXISTE EL MAL?


El lunes (o el domingo, según concrete la autopsia) asesinaron al hermano de una amiga mía mientras estaba en su casa esperando que regresaran su esposa y sus hjas de un viaje. No sé los motivos, ni las circunstancias, pero poco me importan: el asesinato no tiene motivos ni circunstancias (salvo para las cuestiones legales); el asesinato arrebata la vida de la víctima y arranca, irreversiblemente, una parte del alma de las personas que le querían. ¿Por qué? ¿Hay algo tan importante como para explicar que alguien mate a otro? No lo entiendo. No entiendo (o no quiero entender), siquiera, la razón de ser de nuestra profesión. Si los abogados, y los jueces y demás profesionales relacionados existimos es porque existe el mal. Puedo llegar a entender que haya desacuerdos y malos entendidos entre las personas; puedo entender, incluso, que algunas negligencias produzcan resultados que haya que curar o compensar; pero no entiendo la existencia del mal intencionado, de los daños dolosos. ¿Qué tara genética nos acompaña a los seres humanos que nos inclina a causar daño a nuestros semejantes?
De nada servirá que la policía logre identificar y detener al presunto asesino, ni que los jueces acaben condenándole. Una condena es un simple castigo, una venganza social, pero no es justicia. Si la justicia es dar a cada uno lo suyo, ¿quién resucitará a Joan para que vuelva a estar con su esposa, sus hijos, sus hermanos, su familia?
Sólo la esperanza y la fe en una vida eterna y en la existencia de un juicio final podría poner las cosas y las personas otra vez en su sitio, aunque sea tarde. Mi esperanza es que Montse tenga esa fe, pues si no la tiene sólo me queda compartir su llanto.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Conmovedor ensayo. Preguntas ¿qué tara genética nos lleva a asesinar a un semenante?

Ninguna. Los positivistas criminológicos (lombroso, ferri, etc...) defendieron el delito como resultado de tendencias innatas, de orden genético, observables en ciertos rasgos físicos o fisonómicos de los delincuentes habituales (asimetrías craneales, determinadas formas de mandíbula, orejas, arcos superciliares, etc.). Gracias a Dios, la cosa no fue a más.

Prefiero hablar de libertad: La libertad es el poder, radicado en la razón y en la voluntad, de obrar o de no obrar, de hacer esto o aquello, de ejecutar así por sí mismo acciones deliberadas. Por el libre arbitrio cada uno dispone de sí mismo. (Ct. 1731)

Ese asesino ha elegido libremente obrar como lo hizo y terminar con la vida de otro ser humano. De tu amigo. Y por eso merece ser reprendido y reinsertado. La viuda y sus hijos no habrán podido compartir la compañía de su marido y padre estas Fiestas. Sus padres habrán perdido un hijo. Esa familia y sus amigos van a padecer la ausencia por muchos años...

Por eso, sólo nos queda la Esperanza, y que cada uno de nosotros seamos un poco mejor, ahogando el mal en abundancia de bien. En su memoria y en la de todos los que día a día sufren en su propia piel la injusticia, el sufrimiento y el llanto. La clave de un mundo mejor no está en el Derecho, la Justicia, la Ley o el Derecho. Todo esto es válido pero no determinante. La clave para un mundo mejor está en el Amor. A propios y extraños. A amigos y enemigos.

Mi más sincero pésame. Porque tus amigos son mis amigos.

PEPE

Joaquim dijo...

Querido Pepe: tus palabras no tienen reproche. "La clave para un mundo mejor está en el amor", "ahogar el mal con abundancia de bien", dices. Y estoy totalmente de acuerdo. Tan de acuerdo, como que hace poco, como ya he contado, hable con un sacerdote quien, ante unos terribles ataques de ira que sufría y que me atormentaban, me dijo que la solución está en desear de todo corazón que el bien y el amor iluminen a las personas frente a las que se siente la ira.

Estoy totalmente de acuerdo, pero sigo sin entender. O, mejor dicho, tal vez se trata de que no quiero entender. Algo en mí se rebela contra la opción por el mal que permite, como bien dices, la libertad. Porque quien pierde la vida a consecuencia de la opción por el mal que haya decidido otro ve truncada su opción por el bien en ejercicio de esa misma libertad.

Una libertad de doble efecto, o de doble cara.

Entiendo y me gusta lo que dices, pero ¿desde cuándo gozamos de esa libertad?, ¿desde que apareció el homo sapiens?, ¿hemos tenido algún avance en 150.000 años, o todo sigue igual? Tal vez me consuele pensar que debo ahogar el mal con abundancia de bien, pero la historia conocida, el presente que vivimos y el previsible futuro no es lo que deseo para la humanidad.