lunes, 13 de noviembre de 2006

UNA PARTIDA DE DADOS CON LA JUSTICIA

Dicen que cuando la diosa Justicia vio a las personas que acudían a ella y a las que se encargaban de juzgar en su nombre fue cuando decidió taparse los ojos.

Alejandro Nieto (El desgobierno judicial) añade, con su sabio conocimiento, que iniciar un pleito es interrogar a un adivino que, después de consultar unas cartas confusamente barajadas, nos dará la respuesta más inesperada porque un pleito es una partida de dados en la que cualquier cosa puede salir.

Díez-Picazo (Memoria de pleitos) reconoce que en el origen de toda decisión de justicia hay siempre elementos intuitivos y escasamente racionales o quizá mejor racionalizables. Por eso aconseja que antes de estudiar un asunto hay que estudiar a los jueces y preparar una buena dosis de retórica (aunque sin olvidar la base jurídica).
Por eso, también, autores de la talla de Calamandrei (Elogio de los jueces escrito por un abogado) han llegado a dar los siguientes consejos a los abogados que acudan a los tribunales:
1º.- cuando se exponen consideraciones jurídicas, nunca debe parecer que se enseña a los jueces el Derecho;
2º.- el abogado debe saber sugerir al juez tan discretamente los argumentos para darle la razón que le ha de dejar la impresión de que los ha encontrado por sí mismo (el juez);
3º.- el juez no tiene el deber de comprender, sino que es el abogado el que debe hacerse comprender.
Me pregunto, no obstante, si la práctica de tan sabios y obligados consejos para sobrevivir en la pecera judicial puede ser una de las causas por las que tenemos algunos jueces que confunden la función jurisdiccional con un derecho de propiedad sobre el juzgado en el que ejercen su particular ius vitae et necis.

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