
viernes, 13 de noviembre de 2009
JUSTICIA: CUESTIÓN DE PESO

jueves, 12 de noviembre de 2009
EL DERECHO COMO ACTIVIDAD MENTAL

In thinking about justice we are aided by “a nonverbal algorithm that is programmed by some mixture of genetic blueprint, cultural heritage, and personal experience.” By contrast, word-based systems of thought, such as law, actuate “an interpreter module.” In legal activities such as the drafting of contracts, statutes, and regulations, the interpreter module serves to process legal materials through “a wordbased formula, [employing] the implicit structural logic of the unarticulated system in which the [legal] norm is generated.
Accordingly, Goodenough concludes that “[s]cience has developed tools that can be used to test the theory that justice-based thinking occurs separately from rulebased reasoning.”How do they work? In thinking about justice we are aided by “a nonverbal algorithm that is programmed by some mixture of genetic blueprint, cultural heritage, and personal experience.” By contrast, word-based systems of thought, such as law, actuate “an interpreter module.” In legal activities such as the drafting of contracts, statutes, and regulations, the interpreter module serves to process legal materials through “a wordbased formula, [employing] the implicit structural logic of the unarticulated system in which the [legal] norm is generated.”
martes, 13 de octubre de 2009
¿TONTO EL ULTIMO?

PERFUME DE MUJER

lunes, 28 de septiembre de 2009
GESTACIÓN DE UNA SENTENCIA

Una vez conseguido este avance sobre algo tan antiguo como el ser humano, no nos puede sorprender que lo mismo pueda conseguirse de una sentencia (cuya antigüedad es inferior a la propia existencia del ser humano). Al fin y al cabo, quien puede lo más, puede lo menos.
Me explico: tradicionalmente, se nos ha enseñado que la sentencia es el resultado de una serie de trámites que van desde la formulación de las pretensiones de las partes, la prueba de los hechos y las alegaciones jurídicas hasta la deliberación del tribunal (en solitario, si se trata de un juez, o en equipo, si se trata de un tribunal colegiado). El tiempo que ello ocupa es variable pues depende de factores como la mayor o menor complejidad del asunto, la mayor o menor capacitación del juez o su carga de trabajo. Concluidas estas fases o hitos, la sentencia se redacta, se firma, se notifica a las partes y se publica.
Todos los trámites (salvo los relativos a la deliberación de los jueces y redacción de la sentencia) son públicos y comprobables.
Sin embargo, de un tiempo a esta parte se puede comprobar que el proceso de deliberación es cada vez más accesible a todo el mundo.
Por poner un ejemplo, leí ayer en La Vanguardia que, al parecer, el Tribunal Constitucional, en su larga deliberación -3 años, creo ya que lleva- acerca de la constitucionalidad del Estatuto catalán, parece que se decantará por su constitucionalidad, pero ello como contrapartida a no permitir la configuración que de la organización judicial en Catalunya se contiene en el Estatuto. Según se comenta, parece como si todo pudiera pactarse, o matizarse, salvo aquello que afecte a los jueces ya que no les gusta que se les toque su estatus. Se habla, así, de la voluntad de los magistrados del Tribunal Constitucional de que el Tribunal Supremo siga manteniendo su hegemonía como "garante de la uniformidad interpretativa de las leyes en España", o de evitar que existan órganos desconcentrados del Consejo General de Poder Judicial, o de evitar que se imponga a los jueces que desarrollen su trabajo en Catalunya el deber de conocer adecuadamente el catalán (idioma oficial en Catalunya, junto con el castellano, dicho sea de paso, con el antiguo Estatuto y con el nuevo).
viernes, 25 de septiembre de 2009
DIVERSIDAD SEXUAL Y DERECHO

miércoles, 16 de septiembre de 2009
EL HOMBRE ELEFANTE

¿Por qué, ahora, rememoro una de las mejores y más dramáticas, escenas del cine? Pues porque acabo de leer la noticia relativa al juicio celebrado ayer contra el Juez Regadera (ex Juez Decano de Barcelona) y su esposa (Notaria, creo, y no sé si ya ex-esposa del ex-Juez Decano) por violencia doméstica.
Muy sintéticamente, al parecer, la esposa descubrió una infidelidad de su esposo, llegó a casa, discutieron y se causaron, recíprocamente, diversas lesiones que van desde las magulladuras tan tristemente habituales, hasta las mordeduras y el intento de presión en los genitales masculinos (la verdad, me cuesta un poco de imaginar la situación si el hombre está vestido y no usa prendas excesivamente ajustadas, pero es cierto que la realidad siempre supera la ficción).
Se han publicado las declaraciones de ambos en el acto del juicio con bastante detalle. Pueden leerse en el periódico El País (http://www.elpais.com/articulo/cataluna/mujer/ex/juez/decano/dice/intento/matar/declara/defendio/elpepiespcat/20090916elpcat_7/Tes)
A mí lo que me interesa destacar es que estos desagradables sucesos (que nunca deberían suceder, pues dicen muy poco, y malo, de las personas a quienes afecta), y muy especialmente el hecho de que sea un Juez uno de los protagonistas, seguro que habrán hecho al Juez plantearse más de una cuestión trascendental sobre su función y modus operandi en su trabajo diario.
Me explico: es conocido por los profesionales que andamos por los Tribunales el trato (demasiado frecuente, por desgracia) frío, distante, a veces grosero (cuando no despectivo) o sumamente autoritario que despliegan algunos jueces frente a las partes afectadas y los profesionales que las defienden cuando ejercen sus funciones, y más concretamente, durante los juicios.
Suelen olvidar estos (malos) jueces que nadie (salvo los querulantes -lo cual, al parecer, es un trastorno mental-) acude a los Tribunales ni para perder el tiempo, ni para divertirse. La gente acude a los Tribunales, muy a su pesar, para que "se haga justicia" ante algo que, para el afectado, le causa un daño o un temor, o para que alguien le reconozca sus derechos. En definitiva: para cualquier persona, ir a un Juzgado es un mal trago y piensa, generalmente, que su problema es el más grave (de los que a ella le afectan).
¿Y qué sucede cuando acude a un Tribunal? Pues que, a veces, le apremian para que "abrevie" sus explicaciones, no le miran a los ojos, no le piden disculpas si el juicio empieza tarde, le formulan preguntas agresivas como si ya se hubiese determinado su culpabilidad de antemano, no le perdonan que (debido a los inevitables nervios de quien acude a un lugar inhóspito y cargado de ritualismo pseudo-sagrado) pueda estar confundido o explicarse mal, ni le dan explicaciones acerca de cómo funciona la justicia.
Sólo por eso (para comprobar qué siente la persona que está frente a los jueces) es muy interesante que los Jueces vayan de acusados, de partes afectadas e interesadas en el conflicto que se debate. Sólo así vivirán en sus carnes lo que puede suponer estar nervioso y temeroso de cuál va a ser la decisión o solución al problema que adoptará una persona a la que no conoce y que le ha mostrado tener escaso interés en su problema.
Otra escena de vídeo que vale la pena ver es el juicio que tuvo lugar contra el Juez Ferrin Calamita por prevaricación. Estaba sudoroso, tartamudeaba al responder, sufría lapsus mentales, lloraba, le temblaban incontroladamente las manos y se requebrajaba su voz, que se oía muy ténue (especialmente si se la compara con el tono casi militar con que trataba a las personas que pasaban por su juzgado de Familia y la forma en que redactaba sus resoluciones).
Otra cosa es que, los Jueces, cuando juzgan a otros jueces, relajen esas conductas que critico (véase el vídeo de Ferrín Calamita, por ejemplo, en la que el tribunal le permitió al juez acusado declarar sentado en el lugar de los abogados, le invitó, amablemente, a beber agua -fresquita, supongo también-, a calmarse y a tomarse el tiempo que necesitase para tranquilizarse). Eso demuestra que la discriminación y el trato de favor existen, independientemente de cuál sea la sentencia final.
Si los Jueces acusados (Ferrín Calamita, Regadera o quien sea) hubiesen visto "El Hombre Elefante", y durante el juicio hubiesen recibido el trato descortés que dispensan algunos, seguro que en su mente, y para el resto de sus días, retumbarían las desgarradoras palabras de John Merryck:
"¡Yo no soy un animal!; ¡soy un hombre!; ¡soy un ser humano!; ¡yo también tengo sentimientos!"
jueves, 30 de julio de 2009
BEEP-BEEP

miércoles, 29 de julio de 2009
ERRE QUE ERRE

miércoles, 22 de julio de 2009
LOS LUJOS SE PAGAN Y EL ESTADO DECORA TU CASA

Así, por ejemplo, si se quiere reducir el consumo de tabaco (porque se considera que el mismo es nocivo para la salud), el Estado puede, entre otras alternativas, establecer un impuesto que grave el consumo del mismo, y si el impuesto no es suficiente para disuadir del consumo, puede ir aumentando el tipo impositivo aplicable hasta el límite de lo soportable por el fumador. Esto es, hasta que el precio que pague el fumador sea tan gravoso que éste prefiera prescindir de fumar, antes que arruinarse. Algo así como aquello de que “la letra, con sangre entra”.
Dado que el Estado es uno de los encargados de velar por el bien de los ciudadanos (de hecho, esa es su única razón de ser), se supone que los instrumentos que usa para ello deben estar inspirados por el fin perseguido (generalmente, el bien –cultural, sanitario, medioambiental, etc- de los ciudadanos). Usando el ejemplo del tabaco, se supone que el Estado aplica impuestos sobre el tabaco cada vez más elevados porque tiene que velar por nuestra salud, y no por puro capricho.
Lo dicho hasta ahora sobre los impuestos en general es igualmente aplicable a los tipos impositivos. Aquí lo que sucede es que hay ciertas operaciones que deben pagar impuestos siempre. Así ocurre con las compras de muchos productos (prensa, zapatos, comida, coches, ropa, etc) o la contratación de numerosos servicios (de un abogado, arquitecto, diseñador, etc). Pero el Estado puede considerar que algunos de esos productos o servicios deben pagar más que otros porque, como todo en esta vida, hay productos o servicios más o menos necesarios que otros Por eso, aunque un producto tenga que estar gravado con un impuesto, eso no quiere decir que pague exactamente el mismo impuesto (tipo impositivo) que otro producto.
Un ejemplo claro de lo que estamos diciendo lo encontramos con el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA). Aun cuando la mayoría de productos y servicios tributan por IVA, hay algunos que lo hacen a un tipo más bajo que otros, siendo los tipos existentes el 4 %, el 7 % y el 16 % (pero todos son IVA).
¿Por qué unos tributan al 4, otros al 7 y otros al 16? Pues la razón debería ser la que hemos dicho antes: porque se considera por el Estado que aun teniendo que pagarse un impuesto, si un bien es muy necesario para sus ciudadanos sería injusto que pagase mucho impuesto por él, mientras que si un producto no es tan necesario o se considera lujoso, quien lo quiera comprar acabará pagando su capricho (y, de paso, el Estado puede compensar lo que gana de menos en unos con lo que gana de más en otros, y así acabará teniendo los mismos o parecidos ingresos).
Aunque a mí, personalmente, no me motiva en absoluto el análisis del sistema impositivo de un país, debo reconocer que ello es interesante para conocer, desde otra óptica, cómo es ese país. Así, por ejemplo, si un país establece un impuesto muy reducido para la compra de libros, podré pensar que le interesa fomentar la cultura de sus ciudadanos y, de paso, la industria cultural. Y si impone un impuesto altísimo para el caviar, o los yates, podré pensar que esos bienes se consideran lujosos y, hasta cierto punto, innecesarios, por lo que, quien los quiera, tendrá que pagar un extra. Y lo entiendo, pues no olvidemos que los impuestos, además de lo dicho, deben basarse en la capacidad económica de las personas, considerándose justo que pague más quien más tenga.
No obstante, a veces el Estado me deja perplejo. Resulta que hace unos días fui a comprar a un supermercado y, cuando revisaba el ticket de compra, comprobé con agrado que, junto al precio de cada producto adquirido, había una letra: A, B o C. Al pie del ticket se decía que A era el 4 % de IVA, B, el 7 % y C, el 16 %. Y me acordé de lo que llevo escrito hasta aquí.
Pero cuál fue mi sorpresa cuando comprobé la caprichosa selección de tipos impositivos que ha fijado el Estado para cada producto. Así, la fruta la pagué al 4 %, lo que me pareció lógico: hay que comer, al menos 4 piezas al día para estar sanos, según los expertos en nutrición; por tanto, deduzco que la fruta es un producto necesario para las personas y esto demuestra la teoría de los impuestos. Los yogures los pagué al 7 %; ya no lo veo tan claro, a la vista de las pirámides nutricionales, si bien puedo admitir que el consumo de yogures y lácteos en general no debe ser tan copioso como el de la fruta, luego, aunque dudoso, pensé que el Estado (con tanto funcionario cualificado) había hilado muy fino.
Desde ese día, mi cuarto de baño parece un vergel y me siento más Mowgli.
Ver para creer.
martes, 21 de julio de 2009
¿AMOR, PODER O INTELIGENCIA?

viernes, 17 de julio de 2009
UBICACIÓN DEMOCRÁTICA DE UN SISTEMA JUDICIAL

lunes, 13 de julio de 2009
SEXO, PUBLICIDAD ENGAÑOSA Y ENFOQUE ECONÓMICO DEL DERECHO


He quedado un poco perplejo, sinceramente, ya que anunciarse como "Japonesas Hong-Kong" me lleva a cierta confusión: ¿serán las masajistas japonesas o chinas? La confusión me asalta ya que, hasta donde yo sé, Hong-Kong (aunque rime con Japón) no está en Japón, sino en China, y aunque las facciones de las mujeres puedan parecer similares para un no oriental como yo, creo que se trata de dos países distintos, muy distintos, con idiosincrasias también distintas, muy distintas.
UN MIRLO BLANCO

jueves, 9 de julio de 2009
UN LIBRO DE DERECHO SUCESORIO ORIGINAL

miércoles, 8 de julio de 2009
¡QUÉ MANÍA CON LOS GRITOS!

Ocurre, por último, que el letrado del caso de corrupción que comentamos tiene razón. ¿Qué querrá decir "traviario"?
miércoles, 1 de julio de 2009
CONTRADICTIO IN TERMINIS
